Rusia fue la potencia europea que menos concesiones hizo al liberalismo. Hasta 1906 el zar permaneció como autócrata todopoderoso. Se apoyaba en la burocracia, la nobleza hacendada y la sumisión del campesinado. La sociedad presentaba unas enormes diferencias debido a la no existencia de clases medias. Las ideas liberales y revolucionarias no prosperaron en Rusia debido sobre todo a su no expansión por las áreas campesinas, en las cuales se consideraba al zar como un ser superior, casi divino.
COMPOSICIÓN ÉTNICA Y TERRITORIAL.
Europa del Este era, a mediados del siglo XIX, la Rusia del zar Nicolás I (1825- 1855). Estaba asentada en un vastísimo territorio en dos continentes. Sus fronteras europeas se establecieron en el Congreso de Viena. Limitaba al Norte con Suecia; al Este con Prusia y el Imperio Austro-húngaro; y al Sur con Turquía. Sus territorios asiáticos eran también enormes.
A esta diversidad de territorios correspondía una gran variedad étnica. Los más numerosos eran los eslavos grupo formado por los grandes rusos que conformaban el eje del Imperio, los pequeños rusos de Ucrania y los rusos blancos localizados en Polonia y el Báltico; otro gran grupo será el caucásico que integraba a georgianos, armenios y azerbaijanos; por último estaban los uralo-altaicos (trucos o tártaros). También existían minorías de alemanes y judíos.
En este complejo panorama habrá dos tendencias: el nacionalismo centrífugo de bálticos, bielorrusos y pequeños rusos y el nacionalismo centrípeto de los grandes rusos para justificar su política expansiva. la rusificación será la política contra la autodeterminación nacionalista.
Características económicas y sociales
Una de las características fundamentales de la historia rusa es la lentitud de los cambios, la lenta evolución de las clases sociales y de la organización social. Desde el siglo XVII, por ejemplo, y hasta la víspera misma de la revolución del 1917, la agricultura apenas experimentó cambio alguno. En ese sentido, Rusia estaba constituida una sociedad feudal o semi-feudal en pleno siglo XX. Pero al mismo tiempo, desde los primeros años de este siglo, la industria rusa había alcanzado ya el nivel de los países más avanzados que incluso en muchos aspectos los superaba. Esta combinación de modernidad y atraso es el rasgo más original de la situación de la Rusia pre-revolucionaria y lo que explica, en parte, que en el país quizá más feudal de Europa se produjera la revolución más moderna del mundo: la primera revolución proletaria de la época contemporánea.
A finales del siglo XIX sólo el 13% de la población rusa vivía en las ciudades y los campesinos representaban el 80% de la población total. Unos campesinos recién salidos del régimen y de la servidumbre, pero que conservaban todavía su vieja forma de comunidad agraria tradicional (el mir: Especie de asamblea local, con funciones económico-sociales, muy cercanas al cooperativismo.) lo que constituyó en definitiva un obstáculo para la modernización de la agricultura. Desde principios del siglo XX se produjo un acelerado proceso del desarrollo de la población urbana que, de 1897 a 1913, aumentó en un 70%. Este desarrollo urbano tuvo lugar al mismo ritmo que la industrialización del país, ha acelerado sobre todo de 1910 a 1914. urbanización, industrialización, modernización, desarrollo acelerado de la producción. Un proceso poco compatible con la persistencia, todavía en pleno siglo XX, de una organización social feudal o seis feudal. De la tensión que este hecho, que entre modernidad y antigüedad se produjo, surgió el voltaje revolucionario.
Rusia en 1870, contaba con 87 millones de habitantes. Posteriormente, en 1914, con 175 millones de habitantes. Es decir, aunque había una alta mortalidad la población crecía y crecía.
Rusia tiene una población muy estructurada: es decir, tiene clase alta ( formada por nobles y clero que son los propietarios de las tierras y que ejercen las funciones administrativas del estado), clase media (formada por los campesinos enriquecidos, pequeños comerciantes e industriales... son pocos aunque tendrán bastante prestigio), y las clases bajas ( formadas por campesinos - agrupados en mir -, los obreros industriales - que trabajan para las fábricas-...)
Su economía, gira por completo, alrededor de la agricultura. Hay un aumento de producción, necesario para afrontar la deuda del país. Su industria es escasa y concentrada geográficamente y siempre de manos de capital extranjero.
Los partidos políticos clandestinos
En
el ámbito político, aparecen una serie de partidos políticos clandestinos -
estamos bajo el poder del Antiguo Régimen -; la vida política moderna de Rusia
se desarrolla en el exterior. Los partidos más importantes son: K.D.
( constitucional demócrata) se autodefine como partido liberal; tiene como
objetivo la constitución y un régimen parlamentario. Esta integrado por los
terratenientes y profesionales liberales; S.R. ( social
revolucionario) no tiene demasiados seguidores aunque sí muchos simpatizantes,
quieren llegar al socialismo a través de los mirs, tienen componentes
anarquistas, socialistas y marxistas; P.O.S.R.D. ( partido
obrero social revolucionario democrático) tienen ideología marxista sigue las
ideas de Marx, su líder es Plejanov, es un partido muy importante en el
movimiento de caída del antiguo régimen ruso. Es, como todos, un partido ilegal.
Su gran problema, a escala política, es la forma de aplicar el marxismo. En su
segundo congreso se abre una doble vía: la mayoritaria y la minoritaria -
bolcheviques y mencheviques - se tendrá como oficial la bolchevique que
tendrá como cabeza a Lenin.
Descomposición del régimen
En el período que comprende entre 1881 y 1905 se asiste a un desarrollo
económico sin mejoras en el bienestar social; de echo, los zares Alejandro III y
Nicolás II mantuvieron una política claramente autocrática. Alejandro III
consolidará la posición de la nobleza hacendada, mientras que su hijo, el zar
Nicolás II, el último de los zares, aisló a la monarquía del pueblo.
El malestar social que ante la política del zar Nicolás II se vivía en Rusia hizo la unión entre toda la oposición política. liberales, marxistas y terroristas. En este momento surgen huelgas y manifestaciones en todo el territorio.
Las oleadas revolucionarias se multiplicaron desde todos los sectores; los campesinos pedían libertad y tierras; la prensa libertad de expresión; la oposición no socialista el estado Constitucional; los nacionalistas de los territorios fronterizos su autonomía. Entre tanto el gobierno perdía sus apoyos.
La incapacidad del zar Nicolás II para entender la necesidad de reformas en 1905 precipitó la Revolución Rusa.
El
7 de enero de 1905, el liberal Piotr Struve proclamaba desde el exilio una
verdad hasta entonces asumida por todos: “En Rusia no existe un pueblo
revolucionario”. Dos días después, en la mañana del domingo
9 de enero, una multitud de trabajadores avanzaba
desde distintos puntos de San Petersburgo hacia el Palacio de Invierno, con el
objeto de presentar una petición al zar Nicolás II, por lo demás ausente de la
capital.
“El avance hacia el Palacio fue pacífico –cuenta Trotsky en su 1905–; no se cantaba, ni se llevaban banderas, ni se pronunciaban discursos. Los manifestantes iban endomingados. En algunas partes de la ciudad llevaban iconos y oriflamas. En todas partes tropezaron con las tropas. Los soldados dispararon durante toda la jornada. Los muertos se contaron por cientos, los heridos por miles”. Aquel Domingo Sangriento iniciaba su camino la Revolución Rusa.
El organizador de la manifestación, Georgi Gapon, cura obrerista que con el beneplácito de la policía había puesto en pie una asociación de obreros de talleres y fábricas, había sido también el redactor de la petición destinada al zar.
En ella se encontraba plenamente asumida la imagen del zar como batiushka, el padrecito bondadoso que sólo espera recibir el mensaje de sus pobres súbditos para proceder al remedio de sus males. Oprimidos, abrumados por un trabajo excesivo, hundidos en la miseria, los trabajadores, por boca de Gapon, decían haber “alcanzado el límite de la paciencia”. Si eran atendidas sus peticiones, alabarían para siempre el nombre del zar, pero: “Si te niegas a escuchar nuestra súplica, moriremos aquí, en esta plaza, delante de tu palacio”. El gobernador de la plaza decidió que este segundo deseo fuera inmediatamente atendido.
Nicolás II concedió una constitución. Publicó un manifiesto imperial el 7 de octubre de 1905 donde, además de prometer reformas políticas de carácter liberal, concedía la formación de una Duma, elegida con amplio sufragio y con poder para legislar. Este manifiesto no llegó a realizarse.