El 23 de Julio, Navarro inicia su viaje a través de la llanura de Garet, Batel. El 27 Tistutin, para llegar el 29 a Monte Arruit. En esta retirada se destacó el regimiento de caballería, Cazadores de Alcántara, que realizó varias cargas al sable, chocando con la caballería enemiga de Metalsa, tanto protegiendo los flancos de la riada de cadáveres vivientes en que se había convertido la columna de Navarro, como protegiendo la retaguardia. Así combatieron los cazadores de Alcántara, hasta el total extermino del regimiento. Sin caballos y casi sin efectivos, Alcántara dio su última carga a pie. Su jefe el Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera (primo del que seria dictador), moriría en Monte Arruit, víctima de la gangrena después de habérsele amputado en vivo un brazo. El regimiento Alcántara, recibió por ésta acción la Laureada Colectiva. De los 695 efectivos del regimiento, sólo quedaron 70 heridos y 5 prisioneros. También destacó en ésta acción el Capitán Arenas, en torno a su persona se fue formando una fuerza de soldados de diferentes unidades, ingenieros, sanitarios, artilleros, infantes, que no estaban dispuestos a dejarse matar sin combatir, eran, sin duda, la excepción. Arenas cayó mortalmente herido por un francotirador en las proximidades de Monte Arruit. Sus hombres llevaron su cadáver hasta Navarro exigiendo para él la Laureada, que le seria concedida a título póstumo. Targuesit cayó el 23. La guarnición de Sidi Dris consiguió abrir una brecha para llegar a los buques de la Armada que habían acudido en su socorro. Sólo unos pocos lo consiguieron. Más suerte tuvieron los de Afrau, que al estar en la costa pudo ser evacuado por mar. El destacamento de Zoco El-Telata de Metalsa, consiguió llegar a la zona francesa, aunque sólo un tercio de los efectivos llego ileso. El 2 de Agosto cayó Nador, esto sentenciaba Zeluan y Monte Arruit. Zeluan caía el 3 y más de 500 persona fueron brutalmente asesinadas. El Capitán. Carrasco y el Teniente Fernández, sufrieron uno de los suplicios que los rifeños daban a los prisioneros. Fueron amordazados y atados juntos, tiroteados y finalmente quemados vivos delante del resto de los prisioneros. Navarro se fortifico en Monte Arruit, negándose a abandonar a los heridos, sentencio a muerte a los suyos. Las fuerzas de Navarro se hallaban tan abatidas, que no podían ser considerada una fuerza combatiente. De nuevo se repite la tortura de Igueriben, la sed, ya que el manantial más cercano, está a 500 metros. fuera de la protección de los muros. Las compañías se sortearán la mala fortuna de tener que hacer las aguadas. El agua, siempre el agua, que se cambia por sangre. Finalmente, se dejan de hacer las aguadas, el enemigo cierra el cerco de tal forma que ya no hay manera de hacer una miserable incursión de 500 metros. Se intenta el abastecimiento desde el aire, aviones procedentes de Melilla, arrojan bloques de hielo, sacos de pan y municiones, pero las municiones quedan inservibles, el impacto deforma las vainas, que ya no se pueden utilizar, y el hielo y el pan caen casi siempre en el campo enemigo. Navarro es autorizado a rendirse, lo que hace el 9 de Agosto, de conformidad con lo pactado los españoles entregan las armas, tan pronto como lo hicieron, los rifeños comienzan la matanza. El general Navarro junto con seiscientos hombres según David S. Woolman, bastantes menos según otros autores, fueron hechos prisiones, otros dos mil quinientos quedaron para pacto de los carroñeros, " los buitres sólo comían de comandante para arriba" dice Manuel Leguineche, poniéndolo en boca de uno de los testigos del Expediente Picasso. Tras la caída de Monte Arruit, sólo quedaba Melilla, a la que llegaban riadas de refugiados y sobrevivientes del ejército aterrorizados, muchos con las facultades mentales perturbadas. Sólo la cábila de Beni Sicar, permaneció leal a España. Su Caid; Sidi Abdelkader, demostró ser un fiel aliado y un hombre de palabra, reteniendo las alturas del Zoco El-Had en manos amigas, su defección, hubiera sido fatal para la plaza, pues desde Zoco El-Had, las primeras líneas defensivas de Melilla quedaban enfiladas a tiro de fusil.