Evolución de la población: los ciclos demográficos
La población española ha experimentado un crecimiento continuo en el tiempo, aunque ha pasado por periodos de mayor y menor intensidad provocados por la economía, las guerras, la calidad en los medios sanitarios y la higiene. En su evolución histórica se distinguen tres etapas: la correspondiente al régimen demográfico antiguo, la etapa de transición y el régimen demográfico moderno.
al El régimen demográfico antiguo La etapa correspondiente al régimen demográfico antiguo se prolongó en España hasta el siglo xix. Se caracterizó por un crecimiento natural muy lento debido a unas tasas brutas de natalidad elevadas (35-40‰) y unas tasas de mortalidad también muy altas (30-35‰) de carácter catastrófico, consecuencia de una elevada morbilidad* epidemiológica (peste, viruela, tifus...), la falta de higiene y medios sanitarios, años de malas cosechas (que se tradujeron en periodos de escasez de alimentos y la aparición de ham-brunas) y las guerras. Cuando se realizó el Censo de Campoflorido (1712-1717), se calcula que la población española era de 7,5 u 8 millones de personas; a finales de esa centuria, el Censo de Godoy (1797) cifró el número de habitantes en 10.541.221, por lo que el crecimiento demográfico en el siglo XVIII fue de unos 3 millones de personas. b). La transición demográfica En otros países europeos, esta etapa, que supone un proceso hacia la modernización en los comportamientos de la natalidad y la mortalidad, comenzó en el sigloXVIII, pero en España (debido al retraso que sufría el país en diversos aspectos, fundamentalmente el económico) no se va a dar de forma clara hasta la segunda mitad del XIX, prolongándose hasta el último cuarto del siglo xx.
Esta etapa se caracterizó por un importante crecimiento de la población como consecuencia del mantenimiento de unas elevadas tasas de natalidad y de una disminución muy notable de la mortalidad, que fue resultado, fun-damentalmente, de la introducción de mejoras sanitarias (por ejemplo, el desarrollo de la microbiología impulsó la creación de laboratorios munici-pales) e higiénicas (agua potable, red de alcantarillado, atención médica al proletariado urbano...). Más tarde comenzaría la reducción de la natalidad, sobre todo en las áreas urbanas, donde las familias extensas no eran tan necesarias como en el campo y donde la población tuvo acceso antes a los medios anticoncepti-vos. Las necesidades de las familias empezaron a ser otras una vez instala-das en el área urbana. La población española pasó de 10,5 millones en 1801 a 18,6 millones en 1900, un crecimiento significativamente mayor que en el siglo anterior. Pero comparándolo con nuestro entorno, fue más lento que en otros países eu-ropeos, pues nuestra mortalidad era más elevada y las emigraciones al ex-terior fueron numerosas, sobre todo a finales de la centuria.
En el siglo XX la población experimentó un fuerte crecimiento, aunque no a un ritmo constante, pasando de 18,6 a 40,8 millones de habitantes.
■ En los dos primeros decenios el crecimiento fue todavía lento. Se produjo una disminución de la fecundidad, en gran parte debida a un retraso en la edad de contraer matrimonio, y el paulatino descenso de la mortalidad se vio interrumpido por la epidemia de gripe de 1918, que provocó más de 150.000 muertes. También influyó la importante emigración a ultramar.
■ En los años veinte y comienzos de los treinta se aceleró el crecimiento demográfico, impulsado por la pros-peridad económica, que se frenó con la guerra civil.
■ Las décadas de los cuarenta y cincuenta (años de la posguerra) estuvieron marcadas por un lento creci-miento demográfico, fruto de las dificultades económi-cas y de la pérdida de población en edad reproductora (los jóvenes que combatieron en la guerra).
■ Entre 1958 y 1977 tuvo lugar el mayor crecimiento de la población al dispararse la natalidad, el llamado baby boom*, como resultado de la mejor situación económi-ca de los años del Desarrollismo y de la política nata-lista del franquismo. En este periodo nacieron casi 14 millones de niños, 2,5 millones más que en los 20 años anteriores y 4,5 más de los que nacerían en las dos décadas siguientes.
Régimen demográfico moderno
En nuestro país esta etapa se inició en el último cuarto del siglo XX y llega hasta nuestros días. Se caracteriza por un descenso de la natalidad y la mortalidad, de modo que el crecimiento natural es muy pequeño y tiende a cero. El retroceso de la natalidad en esta etapa está relacionado en parte con la crisis económica de 1973 y con el clima de inseguridad que acompañó los cambios políticos por los que atravesaba el país en esos años. A finales del siglo pasado, la tasa de natalidad española era similar a la de Europa (9,5%.), pero mientras que otros países eu-ropeos tardaron varias décadas en alcanzar esa baja tasa, España lo logró en menos de treinta años. El crecimiento demográfico se volvió aún más débil a partir de los años ochenta, no solo por las bajas tasas de natalidad, sino también porque la mortalidad, habiendo alcanzado una tasa muy baja (en torno al 8‰), aumentó a finales de los años noventa (9‰) como consecuencia del progresivo envejecimiento de la población. A comienzos de la actual centuria, la natalidad se recuperó ligeramente gracias a la inmigración extranjera, pero se volvió a frenar con la crisis económica iniciada en 2007. En 2016, la situación era prácticamente de estancamiento demográfico.
Los principales factores del estancamiento y el retroceso posterior a partir de 2008 son
■ La generalización de métodos anticonceptivos.
■ La menor influencia de las ideas natalistas de la religión.
■ La incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar y la ausencia de políticas efectivas de conciliación familiar y laboral. ■ La aparición de nuevos modelos de familia (monoparentales, parejas del mismo sexo...).
■ El coste económico que los hijos constituyen para sus familias.
■ Y, por último, la mayor importancia que se otorga al disfrute del tiempo libre y del ocio.