Una vez detenido Napoleón, se produjo el proceso de restauración del Antiguo Régimen pero este proceso va a estar condenado desde el principio.
En la primera mitad del siglo XIX, distintas oleadas revolucionarias van a barrer a la mayoría de las monarquías tradicionales europeas. En su lugar se van a instituir estados liberales burgueses que irán triunfando relativamente. El triunfo del liberalismo, de los principios de libertad política y soberanía nacional, impulsó con fuerza los movimientos nacionalistas que cambiaron el mapa de Europa.
En un mundo que había cambiado, que se había vuelto industrial, en donde el capitalismo había triunfado, los nuevos estados nacionales van a coexistir y competirán con las grandes potencias coloniales y con los antiguos imperios plurinacionales. Se va a producir un delicado equilibrio con tensiones y conflictos que marcará el final del siglo y que preludiarán lo que conoceremos como la Primera Guerra Mundial.